Aun
hay cosas abandonadas,
un
susurro en cómoda lágrima,
tus brazos rogando otros brazos,
fragmentos breves de entereza,
leyendas
escondidas en altillos,
herederos
de su propia conquista.
Están
desentendidas del porvenir,
ancladas
en un limbo casi cierto.
Se
pueden ver rondando, frívolas,
en
la intimidad de ciertos temas.
Como
decirles que quizás, tal vez,
solo
son ancestros sin progenie,
monólogos de silencios profundos,
aromas que destruyo la humedad,
ayeres sin alguna presencia posible,
ocultas caídas hacia el nunca más.
Como decírselo sin que se arrumben
definitivamente y sin ningún final feliz.
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