domingo, 11 de febrero de 2018

No amaste la lluvia

Qué triste… no amaste la lluvia.
Perdiste las golondrinas y la fantasía
en el susurro del viento.
Te abandonaron los deseos inspirados
en la danza de los cuerpos amantes.
Tu almohada no es cómoda,
está inundada de viejas soledades
en ese lecho de parajes oscuros
y vacío… profundamente vacío.
Lo habitas junto a deseos perdidos.
A veces quisieras amanecer
empapada del sudor de desconocidos,
que te caliente en las noches
la braza de un error que no debe ocurrir.
Pero no amaste la lluvia,
y hoy las noches te son largas,
eternas, ocupadas por ojos marchitos,
mientras yo, con mi arcaica idolatría,
siento la necesidad de esperar
en esa misma esquina, bajo el mismo paragua.


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