domingo, 15 de abril de 2018

Solo el gato

Bosteza un gato en el balcón de la esquina.
Las horas se tiñen de bronce en la tarde.
Gente ajena no expresa nada, a no ser esa
ironía indiferente que lentamente se pierde
en los transitados senderos de la vida ajena.
Las piedras hablan más suave que la lluvia breve.
Languidece un duelo, mezcla de congoja y tiempo,
en la ternura inmensa de la salobre nada.
Sin ardor, sin convencimiento, sin lágrimas,
se cuartea un ademán incauto. La monotonía
campea las horas del domingo. Solo el gato,
en el balcón de la esquina, expresa su aburrimiento.
Los demás, apenas, peregrinamos otros caminos.



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